Es aceptado que Venezuela es un país rentista, esta condición nos otorga características muy peculiares. Aquí la economía, la estructura social, la cultura, son muy particulares, a la vez que compartimos rasgos comunes con el resto del continente.
Lo petrolero marca toda nuestra vida, si seguimos el hilo de cualquier actividad social encontraremos al final al petróleo. El petróleo es una economía, y al mismo tiempo es una cultura.
Esta singularidad de nuestra sociedad debe ser considerada a la hora de hacer Revolución, pero también debe ser considerada nuestra historia rebelde, de hijos del Libertador. No siempre hemos sido petróleo, esta sociedad nuestra desde los días de su fundación lleva en su seno dos poderosos ríos: Uno, el del despojo, la riqueza mal habida, el dominio a la masa plebeya. El otro, el cimarrón, rebelde, altruista, capaz de dar la vida por el bien común. En la esencia de este caudal se encuentran Bolívar, Sucre, José Leonardo Chirino, Fabricio, Américo Silva.
Hoy también se enfrentan estos dos torrentes, estas dos visiones del mundo: Una, la pragmática, que todo lo ve a través del cálculo egoísta, la que considera al humano una máquina de consumo, un tacaño, mercantilista.
La otra aparece rara vez, es convocada por los recuerdos de los días luminosos de la nacionalidad, mueve las cualidades más nobles del pueblo humilde: capaz de elevarlo a cruzar Los Andes tras un sueño, salir en Abril a hacer temblar a la oligarquía guiado por el recuerdo íntimo de Zamora y el reclamo de la esperanza.
La vertiente altruista se ve aplastada por la ola rentista capitalista petrolera, que todo lo vuelve cálculo, billete, todo lo mide según las reglas de la contabilidad: si da lucro es bueno, no importa a costa de qué, aun de la propia vida, todo lo pesa a través del dinero, es su sierva.
Para esta visión del mundo, para este río, la política se reduce a repartir las migajas que los gringos dejan del despojo de la renta petrolera. Ese es su proyecto de país, lo pusieron en práctica durante un siglo. Ellos, esa política, crearon la sociedad, la cultura, el hombre que somos.
Se encargaron de despojarnos de riquezas, pero también de ideas, de líderes, de conductores, las asesinaron, los asesinaron.
Nos hicieron creer que la ignorancia era una virtud y estudiar era malo, que tener era mejor que ser. Tener se transformó en meta y en valor: quien más tiene más vale, quien estudia y sabe es enemigo de quien nada tiene, y quien nada tiene es un sabio. Esta pedantería de la ignorancia, este absurdo, les permitió dominar durante siglos. Esa perversa conseja construyó al pueblo manso, pedante en su ignorancia, fácil pasto de los oligarcas que lo desprecian.
El instrumento político de esta corriente son las elecciones burguesas, éstas son territorio donde se expresan las miserias del facilismo, del oportunismo, están talladas para estimular la cultura del coloniaje mental y material. La Revolución está obligada a cambiarles su esencia.
¡Con Chávez!